Django Sin Cadenas
Y por fin llega a nuestras salas una de las películas más polémicas
de este verano. Polémica armada por sectores ultra conservadores, Ned Flanders
o gente que quiere hacerse ver. Y es que donde muchos se escandalizan porque en
una película que trata sobre la esclavitud dicen la palabra “nigga” (término
despectivo para decir negro a alguien), yo vi una obra maestra contemporánea.
Estamos a dos años de la Guerra Civil estadounidense. El
alemán Dr. King Schultz es un caza recompensa en búsqueda de tres hermanos
criminales. Para eso compra al esclavo Django, quien conoce a dichos
malvivientes. Mientras emprenden su camino, Schultz enpatiza con Django y le
hace la promesa de que tras cumplir su cometido, lo acompañara en la búsqueda
de su esposa, también vendida como esclava.
En opinión personal nos encontramos ante el Tarantino más
maduro de todos. Lejos de regodearse de escenas largas que no llevan ningún lado para mostrar su pericia a la hora
de dialogar banalidades, en esta ocasión se prescinden de ellas para darle más dinamismo
a la peli. Ojo, no desesperéis, hay escenas made in Tarantino 100% (en especial
una sobre unas capuchas).
Y no es únicamente que digo que Tarantino alcanzo su
maduración. Si no porque supo construir quizás el mejor personaje de toda su
filmografía. Y sí, estoy hablando del Dr. King Schultz. No solo la
interpretación de Waltz vuelve a ser magnifica, si no que el propio personaje está
concebido de forma magistral. Es un caza recompensa alemán, que no titubea en
matar a sus presas, incluso si estas están con sus familias. Pero en sus
conversaciones con Django se queda atónito al ver el mal trato hacia los negros
por el mero hecho de ser de otra raza. Ni hablar cuando la historia lo lleva a
Candyland, lugar donde ser negro es sinónimo de muerte segura y horrible. Sus
caras y la repulsión que muestra al ver las
bajezas que sufren los esclavos. Tarantino no necesito recurrir a un personaje santurrón
o moralista, solo le basto poner a alguien de otro país para hacer su crítica
al esclavismo.
Pero no solo el personaje de Waltz es genial, el resto del
elenco cumple a la perfección. Jamie Foxx quizás es el que menos luces se lleve
(a pesar de ser el protagonista) porque su personaje es el más medido de todos.
Igual, al principio de su relación con Schultz es cuando vemos el talento del
actor al interpretar a un negro que sorpresivamente es tratado como humano.
Luego tenemos el tándem DiCaprio y Jackson. O mejor dicho “el
dúo racista”, ya que por estos dos personajes se armó todo el revuelo de críticas
injustificadas. Y es que haber, si estamos ante un esclavista sureño, y su criado
mayordomo que de tanto tratar con su amo actúa como otro blanco, es natural que
traten a los negros de forma brutal y les digan nigga, pero bueno, quizás algunos
esperaban que en vez de usar dicho término despectivo, les digan “gente de
chocolate”. En cuanto a sus actuaciones, DiCaprio da rienda suelta a un
histrionismo poco visto en él, pero que le calza perfecto al personaje. Pero es
que Samuel L. Jackson se saca de la manga a un mayordomo que en realidad es el
que controla las decisiones del lugar, siendo tan racista que haría sentir incomodo
a cualquier miembro del Ku Klux Klan.
Pero si la construcción y el guión son geniales, Tarantino
le hace un guiño a los fans de los westerns. Ya sea canciones, frases,
personajes o situaciones de aquellas pelis clásicas de cowboys se hacen
presente constantemente. En este sentido no defraudara a nadie.
La utilización de la música vuelve a ser otra “tarantineada”.
Los temas clásicos están ahí, pero es que a la hora de los tiroteos, cuando uno
espera que salga un Ennio Morricone a todo volumen, escuchamos un rap. Y como
suele pasar, estas raras combinaciones les quedan bien.
Django Sin Cadenas es
la muestra clara que un director puede hacer una de sus mejores películas, sin
traicionar su propio estilo, pero sin la necesidad de repetirse hasta el
hartazgo. También es el claro ejemplo de que aún se vive en una sociedad
arcaica, que se escandaliza por boludeses superficiales sin intentar (o poder,
nunca se sabe), mirar más a fondo.
Nota: un fucking 10
Un saludo rompiendo las cadenas.
Jorge Marchisio
Mi face Yorsh A. Romero
Mi face Yorsh A. Romero